Carl Jung hablaba de una “sombra” dentro de la psique de todos los seres humanos, representando los impulsos primitivos rechazados por el consciente debido la incompatibilidad con la personalidad autodefinida del sujeto; cuando esta sombra se manifiesta , cobra autonomía y convierte nuestra mente en el campo de una guerra civil metafórica por la desasociación forzada del Yo con su antagonista.(1)
Es un denominador común del ser humano sentirse conscientemente indignado ante las acciones sádicas hacia otros seres vivos, sin embargo, hay un dejo de excitación producido por ellos, dicha que estamos renuentes a aceptar, al menos en la mayoría de los casos. Esta represión del instinto violento ha sido una norma moral promocionada por la posmodernidad nos ha condicionado, más no capaz de desaparecer este retazo primitivo de nuestro inconsciente.
Al pasar de los años la violencia se ha vuelto el espectáculo preferido de las masas. Multitudes de personas en Roma del siglo I d.c. aclamaban y se regocijaban ante el enfrentamiento de bestias y hombres en la arena del circo romano, en la inquisición medieval las condenas de muerte contaban con un vasto público que observaban expectantes el momento en que la soga como una boa se contraía alrededor del cuello de los acusados de herejía, en el siglo XIII gracias al invento de el Dr.Gustave Ignace Guillotine, ver cabezas de delincuentes e inocentes rodar solía ser el evento más esperado de la semana, hasta teletransportarnos a la modernidad en donde la televisión y el cine se han encargado de brindarnos espectáculos incluso más violentos cobijados bajo el fino velo de la ficción.
Sagas como Saw (juegos sádicos) un psicópata que reúne a un grupo seleccionado de individuos para que por medio de diferentes pruebas de supervivencia que involucran perdidas de extremidades, alberca llenas de agujas entre otros creativos artefactos, aprendan la lección de “todo lo que se hace en la vida se paga” para satisfacer el ocio de este retorcido personaje. Estas películas, se han convertido en objeto de culto por millones de personas alrededor del mundo. Me arriesgo a asegurar que el 99.9% si se les hicieran la pregunta ¿Te sientes capaz de infligir el mismo sufrimiento a alguien que desprecias? o más bien, ¿Podrías llegar a asesinar a una persona? Bueno, considero que la respuesta sería un no contundente; no obstante, al pasar el pensamiento fugaz por nuestra mente de la remota posibilidad de poder cometer un crimen tan ruin, nos sentimos avergonzados, una vez más el misterioso personaje de “La Sombra” haciendo su aparición en el fondo del escenario.
La violencia deliberada es la dominación total de los instintos primitivos sobre la consciencia adquirida por medio de una vida en sociedad, más no por esto debe confundirse como un instinto plenamente visceral. Detrás del negocio y la práctica de la violencia también existe la estrategia., cada integrante de la industria de la violencia busca una justificación que se acomode al criterio de su profesión: en el mercado negro de animales en diversas partes del mundo como una fuente de ingresos, En la guerra se busca justificar la violencia como un medio necesario para alcanzar cualquier objetivo que sirva para su motivación, entre las palabras favoritas de sus actores, libertad, paz, patrimonio, que se traduce subliminalmente a: poder, poder, poder, la lista puede ser interminable. La violencia genera cierto tipo de placer que la mayoría de las personas, afortunadamente descartan, aun así está se encuentra dentro de todos nosotros. Los actores que son plenamente conscientes de su sombra y dejan complacientes que está los aconseje en sus acciones, se convierten en los macabros titiriteros que trascienden en la infamia como: Vlad Tepes, Ivan el Terrible, Adolfo Hitler, Pol Pot, Narcotraficantes, Charles Manson, entre muchos otros.
Hay factores circunstanciales que no hay que dejar de lado, Phillipe Zimbardo los meciona en su obra “El efecto Lucifer” “la diferencia entre un enfoque disposicional y el enfoque situacional es parecida a la que hay entre la medicina clínica y la salud pública. La medicina clínica intenta hallar el origen de la enfermedad o la discapacidad en el interior de la persona afectada. En cambio la salud pública presupone que los vectores están en el entorno y crean las condiciones que alimentan la enfermedad”(2) La concepción del el mal y el bien son subjetivas a el plano circunstancial del sujeto. Para la mentalidad occidental, el hecho que a las mujeres en diferentes regiones de África se les mutile el clítoris (3), resulta una aberración y la mayoría estarán de acuerdo qué es una tradición cruel e innecesaria, pero para las mujeres de esta región es un ritual de iniciación del paso de las niñas a convertirse en mujeres. Aun así se puede encontrar este tipo de ejemplos en el mundo occidental tal es el caso de la banda de los Maras Salvatruchas(4) que deben de soportar palizas por sus compañeros ó entrar en territorio rival y matar a uno de los integrantes de este bando como ritual de iniciación, se da un caso similar en algunas fraternidades en E.U.A. sumándole dosis de humillación de diversas maneras, conocidas como “ceremonias de iniciación”(5)
Conclusiones:
Considero a la educación y a la cultura como un sedante a la bestia salvaje que reside en una sección de nuestro cerebro, no obstante no hay que dejar fuera de esta concepción que puede haber excepciones que inclusive se vean motivadas por el arte para infligir crueldad, como es el caso del afamado pintor Carvaggio que se caracterizó por buscapleitos (6). Hay una fina línea entre el bien y el mal, de la cual debemos de estar consientes que bajo la presión de las circunstancias es fácil de cruzar, de esta manera uno se puede detener a racionalizar antes de causar consecuencias irreversibles. El mal y el bien son relativos al entorno y memoria histórica en la que esté sujeta el individuo.
1-. – & Abrams, Jeremiah. Encuentro con la sombra. El poder del lado oscuro de la naturaleza humana. C. G. Jung, J. Campbell, K. Wilber, M. S. Peck, R. May, L. Dossey, M-L. von Franz, S. Keen, R. Bly y otros. Traducción David González & Fernando Mora. Undécima edición. Primera edición: Junio 1993. Biblioteca Nueva Conciencia. Barcelona: Editorial Kairós.
2-. El efecto Lucifer, Phillip Zimbardo prólogo, pag. 29, párrafo 5
3-.http://concurso.cnice.mec.es/cnice2006/material003/Trabajos/MujerA.pdf
4-.http://es.wikipedia.org/wiki/Mara_Salvatrucha#Ritos
5-.http://www.xatakaciencia.com/psicologia/nos-gusta-complicarnos-la-vida